Parte del Plan de Manejo Ambiental de Esmeraldas Santa Rosa consiste en la conservación, protección y recuperación de hábitats en Maripí y municipios aledaños. Para ello, la empresa construyó en el 2012 el Vivero Esmeraldas Santa Rosa S.A., catalogado como “vivero de protección y conservación”, uno de los proyectos pioneros de esta clase, certificado por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), en el departamento de Boyacá.
El vivero entró en operaciones en el 2012, luego de ser construido en gran parte con material reciclable en las instalaciones de la empresa, en la vereda Santa Rosa, en Maripí (Occidente de Boyacá), siguiendo además todos los parámetros establecidos por el ICA, así como el personal idóneo y los procesos específicos para la producción de plántulas destinadas a proyectos de reforestación.
El objetivo del vivero es donar el material vegetal a la comunidad; nunca es utilizado para la comercialización. Las plantas que desde entonces se han producido se han dirigido al sostenimiento de las áreas protegidas de la misma empresa, pero, principalmente, para satisfacer las necesidades de la comunidad. Así, por ejemplo, se han establecido convenios con instituciones educativas (como Jorge Eliecer Gaitán, en la vereda Centro Perímetro Urbano; La Cabaña, en la vereda Santa Rosa, y la Institución Educativa Técnica Zulia, en la vereda Zulia) para la creación de barreras vivas; con la Unidad de Asistencia Técnica Agropecuaria (UMATA), de Maripí; con personas naturales que lleven a cabo proyectos de reforestación o dueños de predios que quieren proteger sus fuentes hídricas.
“Las barreras vivas son los proyectos a los que más se destinan las plántulas del vivero -explica Nataly León, Coordinadora Ambiental de Esmeraldas Santa Rosa-, por su utilidad para la división de lotes en predios rurales. Por otro lado, Maripí es un municipio con muchas fuentes hídricas, y la población suele estar comprometida con su conservación. Por ello, también requieren nuestra ayuda para la protección de este recurso con reforestación”.
El otro tipo de proyecto en el que interviene el vivero es el de reforestación para el control de taludes, actividad fundamental para una región caracterizada por su terreno inestable y por los deslizamientos que suelen presentarse, sobre todo en invierno. Con la cobertura vegetal proporcionada se refuerzan los suelos, se controla la erosión y se regulan caudales líquidos, además de mejorar el aspecto del paisaje.
A cada proyecto se le destina una especie determinada según su naturaleza, pues, como señala Nataly León, no es lo mismo un material vegetal para un derrumbe que para la reforestación de una cuenca hídrica o para una barrera viva. No obstante, todas se encuentran en el rango de las especies forestales y están aprobadas por el ICA, como el Bucaro Cachimbo, Matarratón, Guayacán Amarillo, Caoba, Balso, Caracolí, Guadua, Palma Botella, Nogal Cafetero, Palma de Cera, Cámbolo, Cedro Rosado, entre varias otras.
De la germinación a la reforestación
La producción de plántulas es un proceso simultáneo, de atención constante y de mucha paciencia, frente a la cual están a cargo empleados con formación académica agropecuaria, que se encargan de la atención diaria del vivero, bajo el control y seguimiento del Departamento de Medioambiente de la compañía.
El proceso inicia con la adquisición de las semillas, que debe realizarse en empresas certificadas, con el fin de garantizar la buena calidad del material vegetal; luego inician las etapas de germinación, crecimiento y desarrollo (por medio de la técnica de tubetes), donde es además fundamental el riego por aspersión. Cuando las plántulas alcanzan el tamaño ideal, se pasa al proceso de embolsado, y luego se dejan un tiempo en campo para que se fortalezcan y después puedan enviarse a los proyectos que las requieren.
Las donaciones del material vegetal pasa además por un proceso de trazabilidad, por medio de un formato en el que se especifica el número de plántulas donadas en cada proyecto, la especie, destino, responsable, entre otros datos de igual importancia; asimismo se mantiene un registro fotográfico de cada planta. También se hace un seguimiento periódico a los proyectos a los que se han hecho donaciones de plantas, con el fin de asegurarse de que estén siendo usadas para el propósito que manifestaron.
El proceso del vivero se conecta además con otra iniciativa ambiental de Esmeraldas Santa Rosa: el manejo de residuos orgánicos, sobre todo los que resultan de la preparación y consumo de alimentos en el campamento. Con estos residuos se genera compostaje, el cual es usado como parte del insumo del vivero y que también es donado como abono orgánico a la población campesina para que sea usado en sus siembras.
El proceso concluye con la reforestación como tal, para lo cual se recurre al apoyo del personal de la empresa, se alista el terreno (conocido como plateo), se fumiga y se siembra; es una actividad de varios días, que generalmente requiere de una logística específica, incluyendo el transporte del material y la mano de obra.
“Esta es una etapa muy gratificante -añade Nataly León-, pues es cuando se ve materializado el esfuerzo, y nos hacemos conscientes de cómo aquello que inició en nuestro vivero ahora se integra en el entorno natural de la región a cumplir propósitos específicos. Es también gratificante ver a la comunidad agradecida y al equipo de trabajo poniendo su grano de arena en este proceso final”.
Bienestar para toda la región
El Vivero Esmeraldas Santa Rosa es el ejemplo de una estrategia que logra reunir un impacto ambiental y uno social: además de brindar un material vegetal de calidad que contribuye a la protección del medioambiente en la región, es también de utilidad para la comunidad que lleva a cabo proyectos de reforestación en sus predios o en otras áreas del municipio, lo cual se traduce en bienestar para toda la población, a corto, mediano y largo plazo.
“Nuestro objetivo es aprovechar cada vez más la capacidad de producción del vivero, abarcar más proyectos y ampliar el área de influencia hacia más municipios del occidente de Boyacá. Queremos que las plantas que producimos con esfuerzo en nuestro vivero puedan llegar a toda la región”, concluye Nataly León.